Primero que nada, vale aclarar que el mutismo selectivo se define como una ausencia total y persistente del lenguaje hablado, en determinadas circunstancias o ante determinadas personas. Los niños con mutismo selectivo generalmente tienen un buen desarrollo del lenguaje y son capaces de utilizarlo en determinados contextos y con personas concretas. El diagnóstico diferencial es, inicialmente, difícil o puede confundirse con una fobia escolar, con timidez o depresión e incluso con rasgos psicóticos. No obstante, existen indicadores suficientes para diagnosticarlo adecuadamente:
- Exclusión de otros tipos de trastornos de psicológicos, sensoriales, físicos o retrasos en el lenguaje.
- Utiliza el lenguaje con normalidad en determinadas circunstancias y no habla nunca en otras. El periodo mínimo de persistencia del mutismo es de 6 meses.
- El lenguaje básico debe estar adquirido, por lo tanto, se trata de un problema cuya edad de inicio no suele ser inferior a los cuatro años
El rol de la escuela
La escuela suele jugar un papel importante en la aparición y mantenimiento de este trastorno y puede intervenir favoreciendo o dificultando su evolución. El mutismo se encuadra dentro de los trastornos de tipo psicolingüístico.
Las hipótesis más frecuentes acerca de la aparición del mutismo selectivo indicarían que se produciría por ansiedad; evitación/escape ante situaciones de interacción social. Se correspondería con una estrategia aprendida por refuerzo negativo ante las demandas del habla.
Asimismo, esta respuesta de silencio no es reforzada por los iguales, sino que lo van aislando en una retirada de atención que se traduce en una reducción progresiva de la interacción con el mudo selectivo, hasta quedar éste completamente aislado (no sólo en clase, en el autobús o en el patio escolar, sino que también en casa respecto de sus compañeros de clase y vecinos del barrio).
Además, ocurre que muchos padres se resisten a aceptar esta problemática y llegan tarde a la consulta.
Una terapia conductual y reforzamientos positivos sería el tratamiento más adecuado en estos casos, así como también la consulta con psiquiatría para evaluar la función de neurotransmisores.