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¿Sabías que las experiencias interactivas de cada niño en particular, pueden cambiar la física de su cerebro?

Lo cierto es que diversos estudios lo han documentado: en esas prácticas, las conexiones neuronales se incrementan aumentando el rango de capacidades posibles.

Muchos niños presentan alteraciones en su desarrollo por diversas causas: prematurez, retardo mental y déficit cognitivo, espectro autista, parálisis cerebral, trastornos regulatorios, déficit atencional y algunas otras condiciones cromosómicas o metabólicas. Si bien presentan varias características biológicas comunes en cada cuadro, los diferentes tipos de experiencias con las cuales se hayan conectado repercuten en la física del cerebro.

Habilidades fundamentales en el desarrollo

El “normal” desarrollo de un niño está mediado por seis habilidades fundamentales:

  1. La doble habilidad de interesarse en las miradas, sonidos y sensaciones del mundo y calmarse a sí mismo. Instintivamente los niños voltean hacia un rostro complaciente y una voz suave; aprenden a disfrutar y usar sensaciones placenteras para calmarse a sí mismos. Así van aprendiendo a auto-regularse, lo que les permite recibir y responder al mundo que los rodea.
  2. La habilidad para conectarse en relaciones con otras personas. En la temprana interacción con nuestros padres, reconocemos a quienes nos nutren; los buscamos y confiamos en ellos. Esto nos permite formar relaciones cálidas y confiables con quienes pasan por nuestra vida.
  3. La habilidad para conectarse en una comunicación de dos vías. Si mamá sonríe, el niño devuelve la sonrisa; si papá tira la pelota, el niño la devuelve. Estos actos enseñan acerca de la intención. Se trata de un primer sentido de causalidad, de hacer que las cosas ocurran. A medida que estas interacciones se complejizan, aprendemos a comunicarnos con gestos y a comprender las intenciones de los otros. Luego, más adelante, vendrán las conversaciones más sofisticadas.
  4. La habilidad para crear gestos complejos, para encadenar una serie de acciones dentro de una secuencia de solución de problemas elaborada y deliberada. Por ejemplo, el deambulador corre para recibir al progenitor que llega y lo abraza recibiéndolo. Luego, continúa con lo que estaba haciendo o lo invita a un juego de persecución.
  5. La habilidad para crear ideas. Un juego simple, comienza a convertirse en algo más complejo, acorde a la fantasía del niño (por ejemplo, una torre de cubos se transforma en un fuerte). Comienza a utilizar palabras para indicar deseos e intereses (“quiero jugo”).
  6. La habilidad para construir puentes entre ideas que sean lógicas y acordes a la realidad. El niño comienza a utilizar su lenguaje para expresar sus sentimientos e ideas en el juego, o para comunicárselos a otros. Encadena ideas que formen pensamientos lógicos, originales (“Estoy enojado porque no me dejas ver la tele”).
    Estas habilidades básicas tienen que ver con habilidades emocionales funcionales, ya que se basan en interacciones tempranas. Subyacen en el pensamiento avanzado, la solución de problemas y las respuestas de auto-afirmación.

Los niños, para lograr dominar estas habilidades fundamentales, requieren de tres aspectos que influyen en este desarrollo:

DESAFÍOS BIOLÓGICOS

Se refieren al potencial neurológico o desafíos que habilitan o impiden su funcionamiento:

  • Dificultad en la reactividad sensorial: el niño puede tener dificultad al modular la información recibida mediante los sentidos (visión, oído, tacto, olfato y gusto y conciencia corporal), es decir, puede ser hipo o hiper-reactivo.
  • Problemas de procesamiento: el niño puede tener dificultad en comprender la información sensorial que recibe.
  • Inconvenientes para crear y secuenciar o planear respuestas: el niño puede tener problemas para lograr que se cuerpo responda como él desea.

PATRONES DE INTERACCIÓN DEL NIÑO

Los desafíos biológicos del niño, van a influir en el modo en el que se relaciona con los otros. Si es hipo-reactivo, probablemente, no responderá a la voz suave de su mamá. Por el contrario, si es hiper-reactivo, podrá molestarle el contacto corporal, con lo cual tratará de evitarlo y se quejará. Estas reacciones influirán en su desarrollo. Por lo tanto, los adultos también comienzan a confundirse y a buscar diferentes estrategias de interacción, pero muchas veces resultan poco efectivas.

PATRONES FAMILIARES Y SOCIALES

Se trata de las características de interacción que presentan los padres, es decir, si son padres naturalmente demostrativos y “juguetones” o, por el contrario, si son más calmos y reservados. Estas conductas influirán negativamente en la interacción que tengan con el niño, principalmente si este presenta una hiper-reactividad en el primer caso o una hipo-reactividad en el segundo caso.

Estos desafíos biológicos deben tenerse muy en cuenta al momento de encarar una terapia. En efecto, al evaluar el funcionamiento familiar y el entorno social del niño, pueden optimizarse los patrones de interacción, favoreciendo el desarrollo de las habilidades fundamentales y buscando estrategias individuales para lograr el objetivo.

Fga. Virginia L. Piccoli
MN: 3395

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